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domingo, 25 de febrero de 2018

Cuando vayan mal las cosas

    Decía en una entrada anterior que el respeto hacia el otro son fundamentales. No voy a negar que hay momentos en los que perdemos la paciencia y podríamos caer en el desprecio y la sanción. 
En mi afán por no caer en esa trampa, y la voluntad de que mis alumnos aprendan (a pesar de sus grandes dificultades: TEA, TGD, pluridiscapacidad, déficit cognitivo, hipoacusia...) utilizo el error como punto de partida para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es el revulsivo que empleo para estimular su participación, su comunicación, su expresión oral... Y siempre les digo "No importa cuántas veces nos equivoquemos". "No pasa nada si nos equivocamos". "Necesitamos fallar para aprender". "Yo también me equivoco"...  

Imagen obtenida de Unsplash. Autor chuttersnap.
    Y es que esto que ahora les digo a ellos (no con esas palabras porque no lograrían comprenderlo) es lo que yo me he repetido (y me sigo repitiendo) cada vez que afronto un nuevo periodo formativo (últimamente todo on-line y en contextos no formales e informales). 

Si queremos aprender tenemos que ampliar nuestros círculos.
Buscar fuera.
Comunicarnos con aquellos que están lejos pero que las redes nos acercan de tal modo que pareciera que nos conocemos de toda la vida.
No podemos rendirnos. No podemos abandonar cuando las cosas no salgan como esperamos.
Tenemos que seguir adelante. Tenemos que seguir luchando.
Aprendemos del error. El error es valioso. El error es origen de aprendizaje. 

    Estas son las razones que me han llevado a compartir con vosotros un poema de Rudyard Kiplingl, autor de "El libro de la selva".
"Cuando vayan mal las cosas", enlazado a una imagen de unos hielos derramados, derretidos, convertidos en agua por efecto de una suave llama... Como el error transformado en aprendizaje si le damos oportunidad.


    Espero vuestras opiniones. Espero vuestro debate. Espero mi error para seguir aprendiendo.


miércoles, 21 de febrero de 2018

¿Producto cultural?

   Wikipedia define "producto cultural" como algo que es creado por la industria cultural con contenidos simbólicos, y destinados finalmente a los mercados de consumo con una función de reproducción ideológico y social.

    Yo como docente no tengo muy claro que sea creadora de ningún producto cultural destinado al consumo (así es como interpreto la definición anterior).
    Sin embargo sí procuro que mi alumnado tenga bien presente la diferencia, la diversidad y la validez de todos y cada uno de nosotros. El respeto y la tolerancia hacia el otro es una de las máximas que guía mi acción docente y que considero debería hacerse extensible a la sociedad en general.

    Es por esto que he elegido este cuento-poema que localicé aquí.

Pincha en la imagen para acceder al documento.
    Ahora es turno de seguir reflexionando acerca de mi labor como educadora que incluye, irremediablemente, mi tarea como alumna. Y si esta última la desarrollo fundamentalmente en medios no formales e informales, creo que sería lógico, como docente, aprovechar los aprendizajes que el alumnado realiza fuera de los muros de la escuela. Pero esto lo dejaré para más adelante...